mayo 13, 2007

Esquel. (Serie Esquel, Trevelin, La Trochita.)

Terminada la historia, en realidad, breve síntesis histórica del turismo desarrollada en los dos blogs anteriores, paso a relatos de viajes con el solo objetivo de crear expectativas y posibles opciones en los próximos proyectos de viajes. Los consejos sólo lo serán para precauciones, nunca sobre tal o cual sitio. Los intereses y expectativas cada vez son más variados. No hay, entre sitios de las mismas o diferentes características, uno mejor que otros, sino que cada uno responde a los intereses y expectativas de cada turista, a lo que hay que sumar, las sorpresas que pueden ofrecer a determinados individuos y no a otros. Bajo estas premisas, invito a enterarse de lo muchos que se puede disfrutar en Esquel.

Esta ciudad, está ubicada al noroeste de Chubut y se encuentra enclavada entre sierras y la cordillera que ofrecen un horizonte siempre elevado. Horizonte que se observa por los cuatro puntos cardinales con comodidad porque la edificación se mantiene baja. Algunas faldas serranas bajan al borde de la ciudad y barrios periféricos las trepan. En uno de estos pie de monte urbanos, está la estación terminal del Viejo Expreso Patagónico, La Trochita, tema que será motivo de uno de los blogs de esta serie. En su espalda oeste, sobre la cordillera, con sus bosques y lagos, está delimitado el Parque Nacional Los Alerces.

Como este viaje se realizó en otoño, una de las identificaciones turísticas y deportivas de Esquel, el clásico centro de esquí La Hoya, se está preparando para la próxima estación invernal. Sin embargo, en un abril avanzado, ya se vieron los picos nevados, buen augurio, pero la nieva está allá arriba y sólo ha pintado de blanco el alto paisaje. Todos los caminos están libres y se puede recorrer y caminar por todos lados con total libertad de desplazamiento y plenas posibilidades de conocimiento. El amarillo de los álamos y el rojo que ofrecen varios otros árboles, le dan un encanto muy especial a todos los paisajes.

El P.N. Los Alerces ofrece todas la posibilidades de realizar las más variadas actividades turísticas que van desde la contemplación paisajista, hasta la de aventuras. También las deportivas desde la pesca al rafting. Pero para excursiones clásicas el parque presenta dos circuitos tradicionales. Cada uno en sus extremos norte y sur. El norte, con destino a los alerces abuelo y milenario, comienza en la punto sur del lago Futalaufquen donde se encuentra la villa, el museo, el hotel y Pto. Limao. Desde aquí, en verano, con agua abundante, parten excursiones lacustres. En esta época el lago se recorre por un encantador camino bordeando la margen este. En el trayecto resulta difícil decidir donde detenerse ya sea para fotografiar, acampar o si tomar esos senderos que descienden a playitas o suben a miradores, cascadas o cabañas que nos indican los muchos cartelitos que se van leyendo.

Se llega al final del lago y luego se deja el camino principal para enfrentar al río Arrayanes que le trae las aguas del lago Verde. El nombre del río indica abundante presencia de estos árboles de corteza color canela y florcillas blancas A poca distancia hay que abandonar todo vehículo. El río se cruza por una pasarela peatonal de elegante estructura tipo puente colgante. Antes de cruzarlo, no está demás agregar que el camino recorrido es la ruta provincial 71 que continúa bordeando el lago Rivadavia, sale del parque y lleva a Cholila, donde alguna otra vez hay que ir. Cruzado el río Arrayanes, por la elevada orilla opuesta se recorre un sendero en pleno bosque que nos lleva a Pto. Chucao. En el trayecto se observará uno de los tantos ejemplares de alerces llamados abuelos de unos trescientos años, este lahuan, nombre mapuche del alerce, es llamado el solitario.

Desde este puerto Pto. Chucao un catamarán navega el lago Menéndez por el brazo norte hasta su extremo. Allí se desciende para continuar a pie por la zona del Alerzal. Demás está detallar la sensación que se siente al andar siguiendo un sendero por plena selva valdiviana no muy dificultoso, pero sí exigente y llegar a observar la imponencia de esa reliquia natural que es el alerce milenario. Se trata nada menos que de un ejemplar de tres mil años de vida con tronco de tres metros de diámetro y unos sesenta metros de altura. Entre ida y vuelta la caminata lleva un par de horas. El catamarán nos brinda un descanso.

Si en Pto. Chucao no desea embarcar, puede regresar a la pasarela por otro sendero, que en un momento lo eleva sobre una roca tipo farallón sobre el lago Verde que ofrece una vista espectacular. El circuito tradicional de la región norte del parque ya nos ha brindado mucho de sus alternativas y bellezas. Pero hay un detalle para destacar, es que, aparte de deleitarnos la vista, en este tour se han ganado unas cuantas horas de purificación de los pulmones. Es de mucha importancia para alivianar la toxicidad que traemos por los gases que respiramos en las calles de las ciudades. Bárbaro. Pero cuando lleguemos a Esquel no encendamos un cigarrillo. Podría ser que no lo hagamos más. ¡Eso sí que sería bárbaro!

La región sur continua brindando belleza natural y, además, ofrece el Complejo Hidroeléctrico Futaleufú. La excursión nos brinda la oportunidad de visitar —a 25 Kms. al sur de Esquel— Trevelin, Pueblo del Molino, de acuerdo con la etimología galeses tre pueblo, velin molino, que denota el origen de sus colonizadores. El pueblo no sólo es paso para el parque, sino que sin alejarnos mucho, propone sus propios encantos naturales, conocer sus antiguos molinos y como despedida sus casas de te galés. Pero este paseo es tema de otro de los blogs de la serie.

Como habrá podido observarse el primer blog ya nos ha deparado mucho de la región. Mucho más conoceremos en los próximos. Y, como siempre, queda el espacio a disposición de comentarios u otros relatos de viajes. Hasta pronto.
Ernestico.

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